El corazón se acelera cuando siento que estás cerca. Ya reconozco tu andar, esos pasos seguros de sí mismos que rozan mi presencia con descaro, dejándome sin aliento.
Tu voz resuena en mi interior, con un eco que revolotea las mariposas de ese nuevo sentimiento. Cuantas veces he soñado que conversaba contigo de cosas banales, y que me sonreías, como aquella primera vez cuando el tiempo se detuvo. Tus ojos verdes llenaron los míos, y una explosión dentro de mí rompió la rutina de mí vida.
Ahora ya no hay vuelta atrás. En mis sueños apareces, robándome besos inocentes, pero condenados a un futuro inexistente.
El amor lleno de esperanzas. Cuando vemos que no hay camino posible, y aún así insistimos. Esclavos de un sufrimiento que nos desgarra el corazón, pero a la vez, nos hace sentir vivos.
Y en mi mundo insignificante, tuviste que aparecer tú. Iluminaste mi amanecer. Endulzaste mi vida. Mis sueños cobraron sentido. Una pequeña ilusión apareció en ese horizonte lejano. Lejano como el cielo infinito. Amor platónico e imposible. Amor, cuando tan solo tu presencia me basta para ser feliz.
